Mujeres rusas buscan marido en mexico

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Hasta el frente llegan, exhaustos, heridos y hambrientos, los civiles que logran abandonar la población en medio de los combates. Los extremistas mujeres rusas buscan marido en mexico utilizan como escudos humanos, también a sus propias familias.

Después de discutir mucho con mi marido conseguí que me dejara marchar con los niños. Ahora él continúa allí y sólo le espera la cárcel o la muerte. La mayoría de los que llegaron a este lugar en el desierto de Siria en los últimos días son las familias de los yihadistas, sus múltiples esposas y numerosos hijos, mezclados con algunos habitantes originarios de la zona. En el horizonte aparecen más siluetas, en su mayoría mujeres y niños, llevando consigo todo lo que han podido salvar.

Atrás dejan los recuerdos de la vida en el Califato que ahora se desmorona bajo sus pies. Hasta el frente ha llegado Mahmoud, de 15 años, con su familia. Cada mañana un equipo de las Fuerzas de Operaciones Especiales estadounidenses llega en un convoy de vehículos blindados a este improvisado campo para desplazados y procede a la identificación de los recién llegados. Buscan miembros del Estado Islámico que hayan intentado huir camuflados entre la población civil. Después de ser registrados con un detector de metales, les toman las huellas dactilares, les fotografían y pasan una entrevista. Los yihadistas no renuncian a una solución negociada. En juego esta también encontrar vivo o muerto a Abu Bakr al-Baghdadi, autoproclamado califa en la mezquita al-Nuri de Mosul a mediados de 2014 y líder del Estado Islámico, que supuestamente habría sufrido un intento de asesinato por yihadistas extranjeros hace unos meses.

Lejos todavía de rendirse, lo que han hecho sus militantes en Irak es cambiar de estrategia para volver a sus orígenes como grupo insurgente. La organización, que llegó a controlar un tercio del país y amplias zonas de Siria, se reduce ahora a células yihadistas con capacidad de cometer atentados y crear el caos entre la población. Vestidas de negro de los pies a la cabeza y con sus rostros cubiertos para proteger su identidad, las mujeres continúan llegando al campo. Pocas son las que reconocen ser esposas de un yihadista. Roqiya es de Gaziantep, ella y su marido son turcos. Cuando Lina contrajo matrimonio a los 14 años con un miembro del Estado Islámico en Raqqa -la que fue la ‘capital’ del Califato en Siria- no podía imaginar que, tres años después, estaría viviendo en una tienda de campaña con sus dos hijos.

A la espera de ser trasladados en camiones a un campo para desplazados mayor, en Al Hol, las condiciones aquí son muy duras. La poca comida que hay es la que reparten las tropas estadounidenses y no hay tiendas de campaña para todos. El fin del Estado Islámico esta cada vez más cerca en Siria. En el último mes los yihadistas han visto reducido su territorio de tres aldeas a una. A medida que el cerco se estrecha incluso aquellos que se unieron al Califato en sus primeros días tratan de salvarse. Trump amenaza con liberar a los yihadistas europeos si sus países no se hacen cargoÁ.